Antes del referéndum, muchas voces del sector de los servicios financieros del Reino Unido abogaban por la permanencia, creyendo que el acceso al mercado único y la pertenencia a Europa darían lugar a un futuro más estable. Pero dejemos de lamentarnos… el Reino Unido ha votado a favor y es hora de afrontar el cambio.

Ciertamente, para muchos votantes del Brexit, la protección del vasto sector de los servicios financieros del Reino Unido puede no haber estado en el primer plano de sus mentes. Pero la presencia de tantos proveedores líderes de servicios financieros centrados en la City de Londres es un activo importante para nuestra economía, así que ¿hasta qué punto debemos preocuparnos? En primer lugar, parece que no hay motivos inmediatos para el pánico. El mercado de servicios financieros del Reino Unido es innovador y dinámico, y debería ser capaz de resistir el impacto del Brexit, aunque se considera inevitable que se produzcan algunos daños. Un informe de la consultora PwC ha calculado que sólo el coste de la deslocalización de los servicios podría tener un impacto del -0,4% en el PIB del Reino Unido para 2030. Además, las barreras al comercio causadas por la pérdida de los derechos de pasaporte podrían reducir la contribución de los servicios financieros entre un 0,6 y un 2,2%. Traduciendo esto a pérdidas de puestos de trabajo, podría significar entre 70.000 y 100.000 puestos menos a corto plazo, y entre 10.000 y 30.000 puestos menos para 2030. Pero esto no deja de ser una estimación, y una encuesta realizada este año por el Lloyds Bank entre altos ejecutivos de instituciones de servicios financieros, sugería que más de la mitad esperan que la economía siga resistiendo. Casi una quinta parte esperaba que algunas operaciones se trasladaran al extranjero, pero aun así se espera que la presencia del Reino Unido siga siendo significativa. Por su parte, el seguimiento del Brexit de la consultora EY reveló que, aunque las empresas están estudiando la situación, sólo se prevén pequeños cambios de personal. Pero mientras que la dotación de personal es una cuestión, los derechos de pasaporte serán una consideración importante en términos de comercio y de tener sede en toda Europa. Al iniciarse las negociaciones, necesitamos saber cómo abandonará el Reino Unido la UE: ¿habrá acuerdos bilaterales o no habrá pasaporte? ¿Habrá un acuerdo de equivalencia, que según algunos expertos sería lo más ventajoso? La equivalencia se ha desarrollado en los últimos 30 años para facilitar el comercio transfronterizo entre mercados que deciden reconocer las normas de los demás. Una vez más, no lo sabemos, pero puede servir de consuelo la condición de Londres como poderoso centro financiero, y el hecho de que actualmente cumpla las directivas de la UE significa que debería haber margen para llegar a una solución aceptable. Otros también subrayan que hay muchos centros financieros de éxito fuera del Reino Unido. Piensa en territorios pequeños como Singapur y las Bermudas, que han mostrado un crecimiento impresionante y tienen normas reguladoras estrictas. De hecho, la reputación del Reino Unido a la hora de establecer normativas y garantizar su cumplimiento es célebre, y esto seguirá atrayendo a empresas de todo el mundo. Sin duda, el Reino Unido también seguirá demostrando que reflejará las medidas reguladoras europeas si son de interés nacional. Por ejemplo, el Tesoro ha confirmado que la Directiva de Distribución de Seguros se incorporará a la legislación británica a pesar del Brexit. Hay un documento de consulta abierto hasta el 22 de mayo, y los expertos observan de cerca este ámbito para ver si se nos aplicará una «sobrerregulación», es decir, normas aún más restrictivas que las de otros países europeos. Para los proveedores de servicios financieros en sus múltiples formas, lo que importa ahora es que todo siga igual. El Reino Unido ha sobrevivido a crisis financieras y ha salido fortalecido y con una reputación envidiable. Ahora debemos demostrar que estamos preparados para el reto del Brexit.

Para asegurarnos de que podemos responder al nuevo entorno y aprovechar las nuevas oportunidades, tenemos que asegurarnos de que nuestros sistemas de gestión de riesgos se ajustan a nuestro propósito. ¿Son lo bastante flexibles para adaptarse al cambio? ¿Pueden captar y evaluar tanto el riesgo del Brexit como las oportunidades de posibles escenarios dentro del mismo sistema? ¿Pueden proporcionar informes significativos y perspicaces que permitan a los altos directivos tomar las decisiones correctas?