El mes pasado, el consejero delegado de Danske Bank dimitió por un escándalo de blanqueo de capitales de 200.000 millones de euros, considerado el mayor de la historia. Thomas Borgen estaba a cargo de las operaciones internacionales de Danske -incluida Estonia, donde se dice que se produjo el blanqueo de dinero- antes de convertirse en consejero delegado en 2013. Fue objeto de críticas por ignorar supuestamente las señales de advertencia y no actuar. En 2010, cuando surgieron otros problemas, Borgen afirmó que no había «encontrado nada que pudiera ser motivo de preocupación».
El caso es un claro ejemplo del enorme potencial de daño -tanto de reputación como financiero- que puede producirse por tener controles deficientes. La agencia de calificación Moody’s rebajó la calificación de Danske Bank en respuesta a la noticia de que el Departamento de Justicia estadounidense está llevando a cabo investigaciones. Además, Standard & Poor’s ha advertido de que la calificación crediticia AAA de Dinamarca corre el riesgo de ser recortada. Danske también se enfrenta a multas potencialmente enormes de los reguladores estadounidenses y europeos. En el Reino Unido, la Agencia Nacional contra el Crimen también ha iniciado una investigación. Al principio sorprendió que Danske estuviera implicado en actividades de blanqueo de dinero, porque los bancos nórdicos en general tienen una sólida reputación de transparencia.
¿Qué ha ocurrido?
Se dice que el blanqueo de dinero se produjo entre 2007 y 2015. Según los informes, Danske blanqueó fondos para unos 15.000 clientes, en su mayoría rusos, incluidos algunos políticos destacados. Alrededor del 44% de todos los depósitos procedían de no residentes y se trataba de grandes sumas: la cifra de 200.000 millones de euros era 10 veces superior a la producción nacional de Estonia en 2014. También se dice que el banco obtuvo grandes comisiones de las transacciones ilícitas: en 2013, ascendieron a 10 millones de euros.
¿Cómo se descubrió?
Se dice que un informante británico, Howard Wilkinson, ex jefe de operaciones en el Báltico de Danske Bank, descubrió el blanqueo de dinero. Según un informe de un periódico danés, habría advertido al consejo ejecutivo del banco en Copenhague en 2013 y 2014 sobre actividades sospechosas en la sucursal estonia. Desde entonces se ha llevado a cabo una investigación interna, que concluyó que había una «serie de deficiencias importantes» en su sistema de control y gobernanza. Se ha revelado que el dinero ilícito puede haber fluido a través de unas 15.000 cuentas de 15.000 clientes no residentes y que, hasta la fecha, de las 6.200 cuentas examinadas, «la gran mayoría» parecen sospechosas. El Reino Unido también está implicado. En 2014, se denunció que las sociedades de responsabilidad limitada británicas eran un «vehículo preferente» para los clientes no residentes. Un ejemplo que ha salido a la luz es el de la «lavandería de Azerbaiyán», cuando unos 2.500 millones de euros fueron supuestamente blanqueados por cuatro sociedades ficticias registradas en el Reino Unido. Aparte de Rusia, se decía que los clientes no residentes procedían del Reino Unido y de las Islas Vírgenes Británicas.
¿Qué pasa ahora?
En caso de sospecha, se ha denunciado a los clientes ante las autoridades. El banco también ha dicho que 42 empleados y ocho antiguos empleados han sido denunciados a la policía estonia. Se dice que Borgen no ha revelado suficientes detalles a la junta directiva durante varios años, pero a pesar de ello, no se ha responsabilizado legalmente a ninguno de los dos. No cabe duda de que se sabrá quién es el responsable, pero ya hay fallos que deberían ser tenidos en cuenta por otras empresas de servicios financieros. En particular, muchos documentos estaban en estonio y ruso, y la junta directiva de Danske declaró que desconocía por completo su contenido: se suponía que la sucursal ya estaba adoptando los procedimientos adecuados para el blanqueo de capitales. La sucursal estonia también tenía su propia plataforma informática, lo que dificultaba la supervisión a distancia, y al parecer, la actualización del sistema para que los procesos contra el blanqueo de capitales fueran equivalentes a los de la sede central se había descartado por razones de coste. Danske cierra ahora su negocio de clientes locales en Estonia, y el reto ahora será demostrar que las deficiencias estaban localizadas y no volverán a ocurrir.