Según la Ley de Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal. El dicho nació en la Base Aérea Edwards en 1949, de manos del capitán Edward Murphy, un ingeniero que trabajaba para ver cuánta deceleración podía soportar una persona durante un accidente. Un día, tras encontrar un transductor mal cableado, se enfadó con el técnico responsable y le dijo: «Si hay alguna forma de hacerlo mal, la encontrará». Cuando terminó el proyecto, el director del proyecto dio una rueda de prensa y dijo que su buen historial de seguridad en el proyecto se debía a que creían firmemente en la Ley de Murphy y en la necesidad de intentar eludirla. En otras palabras, planificaron todos los riesgos posibles. Hoy en día, no es tan fácil como antes tener una visión de 360 grados del riesgo en toda la empresa, debido a la globalización, el auge de las redes sociales, las frecuentes fusiones y adquisiciones y muchas cosas más. Stop & Shop y Samsung son dos empresas que han experimentado recientemente las consecuencias de no tener una visión clara de todos los escenarios posibles, y para respaldar la hipótesis de Murphy, lo que podía salir mal, ciertamente salió mal. Estas situaciones son sólo los últimos recordatorios de que tener un plan para cada tipo de riesgo es crucial.
El riesgo llega rápido
Cuando las cosas empezaron a ir mal para Stop & Shop y Samsung, parecieron tener un efecto dominó, como la mayoría de las cosas. En el caso de Stop & Shop, su decisión empresarial de cambiar la estructura de sus prestaciones sanitarias y pensiones para competir con los supermercados no sindicados provocó que 31.000 empleados abandonaran sus tiendas en tres estados para lo que sería una huelga de 11 días, que se calcula que provocó pérdidas de hasta 110 millones de dólares. En el caso de Samsung, su intento de crear expectación en torno a su nuevo teléfono plegable permitiendo que los primeros revisores y analistas le echaran un primer vistazo acabó en desastre: el teléfono funcionó mal para algunos probadores de muy alto nivel, lo que finalmente provocó el retraso de su lanzamiento. ¿Cuál es la moraleja de estas dos historias? En un mundo en el que se cumple la Ley de Murphy, por muy atento que estés, el riesgo te acecha rápidamente y por todas partes. Por eso la forma en que las organizaciones gestionan el riesgo es tan importante como prevenirlo en primer lugar.
No puedes evitar lo que no sabes que existe
Los enfoques de gestión integrada de riesgos (IRM) aportan una visibilidad de toda la empresa que permite a los gestores de riesgos ver claramente dónde residen los posibles riesgos estratégicos y operativos, cuáles tienen más probabilidades de producirse y cuál podría ser el impacto colectivo en la organización si, de hecho, algo sale mal. Esto es importante porque cada uno de los riesgos a los que se enfrenta una organización necesita un plan de gobierno, y el IRM hace que sea mucho más fácil comprender a qué te enfrentas, identificar el mejor camino para hacer frente a cada amenaza y garantizar que todas las partes interesadas estén alineadas en la forma de responder. El IRM, con sus registros de riesgos, procesos de mitigación y procedimientos de gobernanza, proporciona a las empresas un conjunto de herramientas completo y listo para poner en marcha controles que impidan que se produzca un riesgo en primer lugar, y limiten el impacto generalizado de los sucesos que inevitablemente aparecen. El éxito no siempre viene determinado por cómo prevenimos el riesgo, sino por cómo lo gestionamos. La realidad es que no se trata de si se producirá el riesgo, sino de cuándo se producirá, y es la capacidad de una empresa para responder de forma eficaz y oportuna lo que marca la diferencia. Descubre cómo la Gestión Integrada de Riesgos puede ayudar a tu equipo a ser resistente ante cualquier riesgo.