Apetito de riesgo. Tolerancia al riesgo. Estarás familiarizado con los términos, pero ¿en qué se diferencian? ¿Son en realidad intercambiables, ya que ambos pueden influir en la toma de decisiones empresariales? La Función Financiera de las Administraciones Públicas* proporciona una definición sencilla que ofrece una aclaración: Apetito de riesgo: nivel de riesgo con el que una organización pretende operar. Tolerancia al riesgo: el nivel de riesgo con el que una organización está dispuesta a operar. Dejando a un lado las sutilezas y la semántica, el reto consiste en que las organizaciones sean capaces de distinguir entre los riesgos que merece la pena asumir, en el sentido de que es probable que den lugar a oportunidades de creación de valor, y los riesgos que suponen más bien una amenaza y pueden destruir valor. Los fracasos pueden deberse a menudo a una asunción excesiva de riesgos o, por el contrario, a una excesiva aversión al riesgo. «Determinando un apetito adecuado por el riesgo y aplicando un marco que garantice el mantenimiento de dicho apetito, las organizaciones pueden asegurarse de que los responsables de la toma de decisiones no las exponen ni a un riesgo excesivo ni a uno insuficiente», aconseja el Instituto del Riesgo (IOR). En su libro blanco «Apetito y tolerancia al riesgo operativo», el IOR se centra en el riesgo operativo como parte del apetito de riesgo más amplio de una organización. Aunque afirma claramente que no existe un enfoque único para todos los casos, subraya la importancia del compromiso del Consejo de Administración y la alta dirección: los riesgos operativos como el fraude, la salud y la seguridad, o los riesgos relacionados con la conducta deben gestionarse en aras del buen gobierno y el cumplimiento. Y la toma de decisiones estratégicas depende a menudo de la exposición a los riesgos operativos, por lo que debe haber confianza en la capacidad de una organización para asumirlos y gestionarlos. Aunque el diseño y la aplicación de la gestión del riesgo operativo y el marco de tolerancia pueden suponer un reto, la recompensa puede ser importante.

Ventajas de implantar un marco para el apetito de riesgo operativo:

  1. Al definir la naturaleza y el nivel de los riesgos operativos considerados aceptables e inaceptables, el Consejo puede establecer límites adecuados para las actividades y los comportamientos empresariales y ejercer así un gobierno corporativo eficaz.
  2. Puede ayudar a promover una cultura consciente del riesgo: un marco proporciona una plataforma desde la que se pueden compartir las actitudes de los altos directivos hacia el riesgo.
  3. Crea un marco para la toma de decisiones sobre el riesgo operativo, ayudando a identificar qué riesgos deben asumirse y, a la inversa, cuáles deben evitarse o mitigarse.
  4. Elevar el riesgo en la agenda ayuda a asignar o priorizar los recursos de gestión de riesgos.
  5. Destaca las cuestiones prioritarias, es decir, las deficiencias de control o las exposiciones al riesgo operativo que superan el apetito y la tolerancia al riesgo.
  6. Ayuda a garantizar que los costes de la gestión del riesgo operativo no superen los beneficios.
  7. Mejor alineación de los objetivos estratégicos y las actividades operativas
  8. Una mayor comprensión de la interacción entre los riesgos operativos y los objetivos empresariales, como el desarrollo de nuevos negocios.

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Con consejos para determinar el apetito de riesgo, ejemplos prácticos, un esbozo de los elementos de un marco de gestión del riesgo operativo y orientaciones para su aplicación, el libro blanco es una referencia inestimable. *Nota Orientativa sobre el Apetito de Riesgo de la Función Financiera del Gobierno, octubre de 2020