La Autoridad de Conducta Financiera va a ampliar el alcance de su Régimen de Altos Directivos, lo que afectará a unas 47.000 empresas de servicios financieros más y a 200.000 personas. Para los gestores de riesgos que actualmente no están sujetos al régimen, se avecina potencialmente un importante cambio de cultura.

Una amplia gama de empresas de servicios financieros se unirá ahora a los bancos, que han estado bajo el régimen desde 2016, e incluirá aseguradoras, corredores y asesores financieros, entre muchos otros. Sustituye al régimen de Personas Autorizadas y comprenderá:

  • un régimen básico, aplicable a la mayoría de las empresas reguladas por la FCA
  • un régimen reforzado que se aplique a las empresas más grandes, más complejas y con mayor impacto en los consumidores
  • un régimen de ámbito limitado, que suele aplicarse a los empresarios individuales

Aunque aún no se ha anunciado una fecha de inicio formal, la FCA ha dicho que aplicará las normas a las aseguradoras a partir de finales de 2018 y a otras empresas de servicios financieros a mediados o finales de 2019. También se espera que se publique información más detallada en verano. El proceso de consulta se ha cerrado, y aunque pueda parecer que hay unos meses de respiro, no hay lugar a dudas: el RLG ampliado está definitivamente en camino. Está claro que no tiene sentido dejar fuera a amplias franjas del sector, y ahora el objetivo del regulador es exigir responsabilidades a los particulares y hacer todo lo posible para evitar escándalos de venta indebida como los ocurridos con el PPI, las permutas de tipos de interés y el amaño del LIBOR.

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Saber quién es quién
El RLG consiste en asumir la responsabilidad personal -y éste es el mensaje que deben transmitir los gestores de riesgos- y significa que ahora muchas más personas estarán en el punto de mira de la normativa. Las empresas deben identificar a las personas que se verán directamente afectadas por el RLG, como los directores ejecutivos, pero también a las que están sujetas al régimen de certificación, que se aplica a las personas de un nivel inferior, pero que se considera que plantean algún riesgo, normalmente empleados de cara al cliente, como el personal de ventas. Los que están en el régimen de certificación no están regulados directamente por la FCA, sino que son evaluados por los altos directivos de su empresa. Es muy posible que los gestores de riesgos quieran asegurarse de que las personas saben lo que se les exige y si se les pide que realicen evaluaciones, supervisen o recomienden formación a los de niveles inferiores. La FCA ha publicado normas de conducta específicas para todos los afectados por el régimen y también relativas específicamente a los altos directivos. Éstas deben aprenderse y utilizarse en la formación. En particular, debe hacerse una declaración de responsabilidad que sea plenamente comprendida por cada individuo. El cambio cultural es la intención
Es evidente que la FCA va en serio con el RLG. Ha subrayado que el SMR desempeña un papel clave en su «continua atención a la cultura y la gobernanza de las empresas» y se basa en iniciativas para ayudar al regulador a identificar y evaluar a los altos cargos clave. El director ejecutivo Andrew Bailey ha destacado el régimen de altos directivos como uno de los «avances más importantes» desde la crisis financiera para incentivar una cultura positiva en los servicios financieros. Además, John Sutherland, asesor principal de la FCA, también ha dicho que cree que pondrá fin al nepotismo que puede existir, sobre todo en las empresas más prestigiosas de la City, e introducirá una contratación más estructurada y transparente. Aunque la FCA ha dicho que adoptará un enfoque proporcionado para regular las empresas, en función de su tamaño y de su impacto potencial en los consumidores, es obvio que el SMR trata de introducir un enfoque que no permita escondites y que tenga penas de cárcel como sanción última. En lo que respecta a las SMR, no hay tiempo que perder para comprender sus objetivos y su aplicación práctica.