El Instituto de Gestión de Riesgos (IRM) ha informado de que hay escasez de candidatos para puestos de alto nivel dentro de la gestión de riesgos y ha instado a las organizaciones a que se aseguren de que sus planes de desarrollo profesional y sus planes de sucesión están establecidos para «nutrir el talento suficiente para el futuro».
Sin embargo, cultivar el talento desde dentro, si no existe un marco, puede no ser siempre una solución práctica. Una encuesta reciente de la empresa de seguros Gallagher, en la que se interrogó a 250 líderes empresariales del Reino Unido, reveló que sólo una de cada cinco empresas tenía un Director de Riesgos (CRO), una cifra sorprendentemente baja. En cambio, la investigación descubrió que era más probable que los Directores Generales asumieran la responsabilidad de identificar los riesgos existentes y emergentes, a pesar de que muchos de ellos tenían conocimientos o experiencia limitados en la gestión de riesgos. Obviamente, esto deja a estas empresas en una posición en la que podrían estar expuestas a riesgos comerciales y operativos potencialmente devastadores. Un conjunto de habilidades críticas para el negocio
Las habilidades de un CRO son ahora más necesarias que nunca y, según Carol Richmond, Directora de Riesgos de Gallagher:
«En un momento en que el cambio tecnológico, la rápida adopción digital y toda una serie de otros riesgos plantean nuevos y complejos retos a las empresas británicas, muchas organizaciones no tienen los conocimientos especializados para identificar lo que estos riesgos emergentes podrían significar para su negocio.»
«No se trata simplemente de identificar los riesgos a los que se enfrenta la empresa. Una parte fundamental de lo que hará un especialista en riesgos es identificar los problemas de riesgo a los que hay que dar prioridad. Todas las empresas afrontan riesgos de forma habitual, pero es igual de importante tener los conocimientos necesarios para comprender aquellos que pueden suponer un cambio de juego para la empresa, ya sea de forma positiva o negativa.»
Añadió que la falta de una sólida gestión e identificación de los riesgos puede socavar en gran medida la consecución de los objetivos estratégicos, y con la actual falta de aptitudes para la gestión de riesgos en muchas empresas, plantea dudas sobre la capacidad de algunos de los altos dirigentes del Reino Unido para adoptar una visión estratégica. La investigación de Gallagher mostró, por ejemplo, que alrededor del 75% de los líderes empresariales veían la pérdida de reputación como un riesgo creciente para sus empresas. Sin embargo, sin el liderazgo de un CRO, es muy posible que sean incapaces de ver cómo se sitúan estos riesgos dentro de la empresa, cómo mitigarlos, así como poner en marcha acciones correctivas en caso de que se produzcan tales incidentes. Esto, unido al poder de las redes sociales y al aumento de las ciberamenazas, coloca a muchas empresas en una posición vulnerable. Otros riesgos futuros son la escasez de mano de obra, el cambio climático y las tecnologías emergentes, áreas que sólo pueden mitigarse con una planificación estratégica clara.
¿Por qué la escasez?
La gestión de riesgos suele considerarse una profesión menos consolidada que la abogacía y la contabilidad, ya que tradicionalmente se ha considerado una función técnica de «trastienda» hasta mediados de los 80 y principios de los 90. Sin embargo, hoy en día es un área de la que las empresas no pueden prescindir. Hoy, sin embargo, es un área de la que las empresas no pueden prescindir, y los CRO figuran entre los nombramientos de más alto nivel que se hacen en las organizaciones. A pesar de ello, las carreras relacionadas con el riesgo no siempre resultan atractivas, ya que algunos consideran que la gestión del riesgo suele centrarse más en el cumplimiento que en la estrategia empresarial general. Por tanto, las empresas pueden buscar a alguien con aptitudes transferibles, como un jurista regulador o alguien con una formación de alto nivel en cumplimiento normativo, pero en estos dos sectores también hay escasez de personal cualificado. La presión del aumento de los salarios también podría desanimar a algunos empresarios. La empresa de selección de personal Randstad Financial Services afirmó el año pasado que los mejores profesionales del cumplimiento normativo podían alcanzar salarios de hasta 400.000 £, frente a los 250.000 £ del año anterior. Se trata de un salto increíble y está claro que no es algo habitual, pero no cabe duda de que la remuneración está aumentando. La asociación profesional Airmic, que representa a los profesionales del riesgo de seguros, coincide en que hay escasez. Su presidente, Tim Murray, afirma que el sector se ha ido adaptando a los rápidos cambios del entorno empresarial, pero que la demanda de «profesionales del riesgo de alto calibre» es mayor que nunca, y añade que hay que hacer más para promocionar la profesión, que es «variada, desafiante y apasionante». Incluso con estos cambios, sigue planteándose la cuestión de si los directores generales a los que les gusta el riesgo están dispuestos a traspasar esa responsabilidad a los profesionales del riesgo de alto nivel. Hay que defender con firmeza que ese cambio no es sólo un requisito, sino que es esencial para garantizar que las organizaciones sigan siendo ágiles ante un entorno empresarial en constante cambio.