En los negocios, la mentalidad de «a mí no me va a pasar» no es sólo optimismo ciego: es un enfoque inherentemente defectuoso y francamente irresponsable de la gestión del riesgo.

La realidad es que el riesgo está en todas partes: la cuestión no es si se producirá un suceso de riesgo, sino cuándo y qué impacto tendrá en los resultados. Un pequeño punto de vulnerabilidad en tu empresa -o en la de un socio- puede provocar un evento de riesgo que se convierta en una bola de nieve que perjudique a la cotización de las acciones, la reputación de la marca, las finanzas y mucho más. La prioridad debe estar en garantizar que los sucesos de riesgo no se conviertan en las peores situaciones. La clave para evitar que los sucesos alcancen la categoría de pesadilla y limitar su impacto es la planificación. Un plan de gestión de riesgos completo, estratégico y proactivo tiene en cuenta todas las vulnerabilidades de la empresa y proporciona las respuestas sobre cómo detenerlas antes de que crezcan más allá de tu control.

Si les puede pasar a ellos, le puede pasar a cualquiera.

Un ejemplo reciente del peor de los casos es la reciente catástrofe de Notre Dame, en la que las advertencias sobre el mal funcionamiento del sistema de prevención de incendios y la preocupación por la falta de personal se quedaron en nada. El día del incendio sólo trabajaba un guardia de seguridad -que sólo llevaba unos días contratado en la catedral- debido a los recortes de personal, lo que provocó un retraso en la llamada a los bomberos. Aparte del impacto sentimental de perder una catedral tan emblemática con 850 años de historia, la reconstrucción costará más de 2.000 millones de dólares y tardará más de dos décadas en completarse. ¿Podría haberse evitado la pesadilla de Notre Dame? La respuesta corta es sí: con un enfoque adecuado del riesgo, planes y controles, las empresas pueden mitigar y limitar el impacto incluso de los peores escenarios posibles.

Ver lo que hay a la vuelta de la esquina, antes de que llegue a ti.

El primer paso para una gestión eficaz del riesgo es examinar proactivamente todas las situaciones de riesgo que podrían afectar al rendimiento de la organización, incluidos los intangibles como la reputación. Esto significa tener visibilidad de los riesgos exclusivos de cada departamento y analizarlos colectivamente para ver cómo se relacionan entre sí. Reunir la información sobre riesgos de toda la empresa en una única fuente cohesionada ofrece una imagen clara del impacto acumulativo del riesgo en la organización y facilita mucho la identificación de planes de mitigación adecuados para los peores casos. Al igual que un médico no miraría un síntoma de forma aislada al evaluar el estado de un paciente, los gestores de riesgos deben tener en cuenta todos los factores potenciales antes de determinar la capacidad de una organización para hacer frente a un suceso de riesgo. El panorama de los riesgos puede cambiar rápidamente, lo que significa que es fundamental poder evaluar lo que está ocurriendo en tiempo real y actuar al instante. Disponer de información completa, precisa y actualizada sobre los riesgos, que permite la tecnología integrada de gestión de riesgos, significa que los equipos pueden recalcular continuamente el impacto y las ramificaciones potenciales de un suceso de riesgo a medida que evoluciona, lo que permite a los gestores de riesgos centrarse inmediatamente en los problemas con más probabilidades de convertirse en los peores escenarios.

Pregúntate «qué pasaría si» antes de que ocurra.

Notre Dame experimentó el peor de los casos, pero lo cierto es que estos sucesos podrían ocurrirle a cualquier organización, por lo que es importante pensar en esos posibles casos, mucho antes de que se hagan realidad, y disponer de un plan para mitigarlos. Cuando se trata de riesgos, la mentalidad no debe ser «no me pasará a mí», sino «no dejaré que me pase a mí». Con las herramientas, los procesos, los recursos y los socios adecuados, es posible controlar el riesgo, incluso las grandes amenazas. Una buena gestión del riesgo no ocurre porque sí: requiere proactividad, colaboración entre los principales interesados y establecer las intenciones adecuadas.

Obtén más información sobre la Gestión Integrada de Riesgos y sobre cómo disponer de la caja de herramientas adecuada puede ayudarte a mitigar el impacto a largo plazo de los sucesos de riesgo grandes y pequeños.