Por Jay Lechtman, Director Senior de Estrategia e Innovación, Sanidad, Riskonnect

En un mundo definido por el distanciamiento social, la telemedicina es ahora una forma indispensable de prestación de asistencia sanitaria. Prestar asistencia virtualmente puede ampliar el acceso, reducir costes y ahorrar tiempo, pero no está exenta de riesgos.

Aunque la posibilidad de reunirse virtualmente con profesionales médicos no es nueva, la pandemia ha acelerado significativamente su adopción tanto por los proveedores como por los pacientes. De hecho, el porcentaje de adultos estadounidenses que han probado estos servicios se ha duplicado desde el inicio del brote de coronavirus. De hecho, algunas plataformas informan de un aumento del 158% de usuarios desde enero. Aunque el repunte de la telemedicina en general es un hecho positivo, también expone a las organizaciones de proveedores sanitarios a un mayor riesgo, sobre todo para las que ponen en marcha programas por primera vez o a un volumen sustancialmente mayor que en el pasado.

Riesgos empresariales de la telemedicina

Dado que los proveedores no pueden examinar físicamente a los pacientes durante las citas médicas virtuales, es más difícil llevar a cabo una atención estándar. La posibilidad de un diagnóstico erróneo, que ya afecta a 12 millones de adultos estadounidenses al año, aumenta con un mayor uso de los servicios de telesalud. Y aunque Medicare y otros programas de seguros han ampliado la cobertura y el reembolso de los servicios de telesalud, el límite es difuso para las compañías de seguros de responsabilidad profesional, lo que añade vulnerabilidad financiera e incertidumbre a los proveedores. Y no está claro si los cambios temporales de Medicare se harán permanentes o qué se necesitará (por ejemplo, la acción del Congreso) para que eso ocurra.

La telemedicina también plantea una dinámica única de cumplimiento de la HIPAA. Para limitar la exposición a la COVID-19 y garantizar la continuidad de la atención, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. renunció a muchas de las sanciones de privacidad de la HIPAA para las entidades cubiertas que actúen de buena fe para prestar servicios de telemedicina durante la emergencia de salud pública. Pero la exención de las multas no significa que la ley quede completamente suspendida. Las organizaciones y los profesionales sanitarios siguen teniendo que obedecer las normas y tomar precauciones razonables para proteger la información sanitaria personal (PHI).

Cuatro formas de mitigar los riesgos de los servicios de telesalud

Las ofertas de telesalud bien gestionadas permiten a las organizaciones sanitarias atender a los pacientes y obtener nuevos ingresos (o mantener los existentes), al tiempo que reducen los riesgos. He aquí cuatro áreas que las organizaciones sanitarias deben priorizar a la hora de crear y desarrollar programas de telesalud:

  1. Protege tus datos con terceros.
    Investiga a fondo y supervisa periódicamente a todos los terceros que tengan acceso a la PHI o que manejen cualquier parte de tu práctica de telesalud, incluido el proveedor de tu plataforma de telesalud. Asegúrate de que la tecnología que elijas cumple la HIPAA. Haz preguntas difíciles sobre las actualizaciones de seguridad, las protecciones de la privacidad y los cifrados, y entiende lo que hace el proveedor para mantenerse al tanto de las amenazas en evolución y cumplir los mandatos pertinentes. Corresponde a los responsables de riesgos, cumplimiento y seguridad verificar que la PHI está protegida y notificar a los pacientes los posibles riesgos para la privacidad cuando utilicen plataformas de telesalud.
  2. Garantizar que los proveedores puedan identificar y abordar los riesgos que conducen a errores médicos.
    Dado que las reclamaciones por diagnósticos erróneos aumentan a un ritmo vertiginoso y su defensa resulta cada vez más costosa, es fundamental que las organizaciones sanitarias proporcionen normas y orientaciones claras sobre cómo deben gestionar los proveedores y el personal médico las citas por vídeo.
    Asegúrate de que los proveedores comprenden los errores que más se suelen litigar y cómo mitigar esos riesgos durante las visitas a distancia. Crea un entorno de telesalud satisfactorio alineándote internamente sobre las especialidades y servicios que pueden realizarse en este formato e implantando los cambios necesarios en los procedimientos, procesos de admisión y otras rutinas. Y cuando sea necesario, anima a los profesionales a pedir una segunda opinión a un colega.
  3. Capacita a los pacientes para que sean dueños de su asistencia.
    Una de las mejores formas de evitar los riesgos de diagnóstico erróneo es implicar a los pacientes y crear un espacio seguro para que desempeñen un papel más importante en su propia atención. Haz que se sientan cómodos identificando y eliminando cualquier problema subyacente que pudiera conducir a una experiencia negativa o impedirles compartir información. Pon en marcha un proceso de seguimiento claro y minucioso para asegurarte de que los pacientes comprenden realmente su diagnóstico, los resultados de las pruebas y otra información crítica compartida durante las visitas de telesalud. Esto es más difícil de hacer sin visitas presenciales a la consulta, pero es una parte increíblemente importante de la atención y el compromiso del paciente.
  4. Ve más allá de los riesgos que conoces.
    La gestión de riesgos consiste en prepararse para los riesgos que no se esperan. Y con la constante evolución del panorama sanitario actual, las organizaciones tienen que prepararse para nuevas complejidades y amenazas que aún no han previsto. Eso es imposible de hacer sin una comprensión clara de la exposición global del negocio.
    Centralizar el acceso a la información sobre riesgos, mapear y correlacionar estas amenazas en toda la empresa -y comprender su interconectividad dentro de la organización- ayuda a los líderes sanitarios y de riesgos a descubrir problemas superpuestos que ponen en peligro su negocio. Alinear todos los aspectos del riesgo -capital humano, salud y seguridad, legal y cumplimiento, tecnológico, financiero, etc.- crea una nueva visibilidad que ayuda a las organizaciones sanitarias a estar al tanto de las amenazas a medida que evolucionan y a tomar decisiones más informadas y seguras que mejoran la seguridad y la atención al paciente.

La telemedicina está aquí para quedarse

Aunque el distanciamiento social desencadenó el auge de la telemedicina, se espera que el interés de los pacientes por estos servicios perdure más allá de la pandemia. Todas las organizaciones sanitarias deben analizar lo que funciona y lo que no funciona en sus programas de telemedicina, crear continuamente infraestructuras y perfeccionar las prácticas, para poder seguir el ritmo de la creciente demanda de ofertas eficaces de atención virtual teniendo en cuenta los riesgos.

Para saber más sobre la gestión de riesgos en el sector sanitario, consulta nuestro libro electrónico, Rx for Risk: ERM in the Healthcare Industry.