El último año ha estado lleno de giros inesperados que han puesto a prueba el proceso de gestión de riesgos en muchas organizaciones. Las organizaciones resistentes son capaces de recuperarse rápidamente cuando surge un reto o un contratiempo. Una forma de lograr esa resistencia es implantar un proceso formalizado de gestión de riesgos en la organización. Seguir un proceso paso a paso para gestionar el riesgo puede ayudarte a mejorar la eficacia de la identificación y el tratamiento de los riesgos para tu empresa, tus proyectos o tu sector. El simple hecho de seguir el proceso de gestión de riesgos aumenta la concienciación sobre los riesgos, educa a los empleados de toda la organización sobre esos riesgos y garantiza que no se pase por alto ningún riesgo inadvertidamente.
5 pasos para iniciar el proceso de gestión de riesgos
Para tomar el control de tu entorno de riesgo, primero necesitas un conocimiento profundo de tus riesgos. También debes decidir cuánto riesgo está dispuesta a tolerar tu organización y cuáles son tus opciones para afrontar esos riesgos. Un proceso formalizado de gestión de riesgos te ayudará a identificar qué riesgos son los más críticos para que puedas tomar medidas para gestionarlos de forma proactiva. He aquí cinco pasos para definir tu proceso de gestión de riesgos:
1. Identifica los riesgos potenciales: ¿qué podría perjudicar a tu organización?
Anticipar todos los riesgos que podrían perjudicar a tu organización o a tu proyecto puede parecer abrumador al principio. Pero identificar los retos y riesgos a los que se enfrenta tu organización puede ser una experiencia poderosa y gratificante.
Asegúrate de tener en cuenta los riesgos específicos de todas las categorías de la organización, incluidos:
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- Riesgos para la salud y la seguridad (por ejemplo, riesgos en el lugar de trabajo, una pandemia)
- Riesgos operativos (por ejemplo, rotación de empleados, fallo de proveedores)
- Riesgos financieros (por ejemplo, fluctuaciones de los tipos de interés, disponibilidad de crédito)
- Riesgos estratégicos (por ejemplo, nuevos competidores, reputación de la marca)
- Riesgos normativos (por ejemplo, leyes de privacidad de datos, OSHA)
2. Analiza tus riesgos: ¿qué probabilidad hay de que se produzca el riesgo y cómo afectaría a la empresa?
A continuación, piensa en la frecuencia y gravedad de cada riesgo mencionado. En otras palabras, considera la probabilidad de que un riesgo se materialice. Y si ocurre lo peor, ¿paralizará todo tu negocio o será un inconveniente menor? Saber qué riesgos son más impactantes puede
ayudarte a determinar dónde centrarte y cómo priorizar los recursos limitados, incluidos el dinero y las personas.
Muchas organizaciones utilizan un mapa de calor para visualizar los riesgos y su magnitud. Esto ayuda a comunicar las prioridades con mayor claridad para que las partes interesadas puedan tomar mejores decisiones estratégicas.
3. Evalúa tus riesgos: ¿qué quieres hacer con cada riesgo?
Una vez que hayas evaluado tus riesgos y establecido tus prioridades, considera cómo quieres gestionar cada uno de ellos. En general, hay cuatro opciones principales:
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- Acepta el riesgo. Reconoce que es necesario cierto riesgo para hacer crecer el negocio. Hay riesgos inherentes a cualquier actividad empresarial, pero en algunos casos, los posibles beneficios superan al coste.
- Evita el riesgo. Algunos riesgos simplemente no merecen la pena por el daño potencial. Detén la actividad.
- Controla el riesgo. Son riesgos que estás dispuesto a aceptar, pero a un nivel reducido. Esta opción establece controles atenuantes para limitar los posibles daños a la empresa.
- Transfiere el riesgo. Esta opción otorga la responsabilidad del impacto a otra parte. Normalmente, esto significa contratar un seguro para un determinado riesgo, que transfiere la carga financiera de los daños a una compañía de seguros.
4. Pon en marcha un plan – ¿Qué necesitas para poner en marcha tu plan?
Una vez que hayas determinado las acciones que conducirán al mejor resultado, busca los recursos que necesitas -financieros y humanos- para ejecutar tu plan. Puede que necesites presupuestar software o formación adicionales. Y es probable que necesites la aprobación de la alta dirección. Por último, establece un proceso formal para implantar la solución de forma coherente en toda la organización.
5. Supervisar los resultados: ¿qué procesos son necesarios para realizar una mejora continua?
La gestión eficaz del riesgo es un proceso continuo, no un destino. Surgirán nuevos riesgos y los riesgos establecidos cambiarán constantemente de tamaño y alcance. Seguir el ritmo de este entorno dinámico requiere una supervisión continua y un ajuste regular de tu plan. La capacidad de aplicar lo aprendido y realizar estos ajustes a tiempo es lo que hará que tu organización sea más resistente.
Un proceso formalizado de gestión de riesgos te ayudará a tomar decisiones más informadas sobre tus riesgos, minimizando al mismo tiempo las costosas sorpresas. Establecer una estructura también ayuda a promover una cultura de concienciación sobre el riesgo, en la que éste se tiene en cuenta en cada decisión importante. Aunque al principio puede costar algún esfuerzo, un proceso de gestión de riesgos bien definido tendrá sin duda un impacto positivo en el futuro de la organización, y en el balance final.
Para saber más sobre cómo mejorar tu enfoque de la gestión de riesgos, consulta nuestro libro electrónico, ¿Sigues gestionando el riesgo con hojas de cálculo? y obtén más información sobre la solución RMIS de Riskonnect.