A partir del 11 de mayo, un número cada vez mayor de trabajadores empezó a regresar a sus puestos de trabajo, mientras el gobierno intenta que la economía del Reino Unido emprenda lo que sin duda será un camino lleno de baches hacia la recuperación tras la pandemia de COVID-19. Aunque los servicios financieros no se han visto tan maltratados como otros sectores -como el comercio minorista y los viajes-, los meses venideros serán difíciles para muchos, ya que las organizaciones intentan volver a algún tipo de normalidad.
Quedarse en casa
A diferencia de los trabajadores de la construcción o de la industria, muchos trabajadores de los servicios financieros parecen dispuestos a quedarse en casa. Sin embargo, esto tiene sus inconvenientes y hay indicios de que cada vez más empresas están haciendo planes, al menos para empezar a trabajar a tiempo parcial o para introducir regresos escalonados a la oficina. Habrá que adoptar una serie de medidas antes de que puedan ponerse en marcha estos planes:
- Reconfiguración de las mesas para dar más espacio al personal y respetar la distancia social de 2 metros.
- Prohibir el hotdesking, las reuniones cara a cara y el uso compartido de equipos como bolígrafos, blocs de notas y ordenadores portátiles.
- No permitir que el personal comparta ascensores
- Cerrar los comedores de las oficinas o garantizar el distanciamiento social puede aplicarse en estos espacios
- Mejorar y aumentar la frecuencia de la limpieza si es necesario
- Permitir diferentes horas de entrada y salida para permitir desplazamientos más seguros hacia y desde la oficina, aumentar el número de plazas de aparcamiento si es posible para evitar que se compartan los coches.
Las empresas tendrán que elaborar una evaluación de riesgos COVID-19 antes de que sus empleados puedan volver al trabajo. El documento, que debe actualizarse periódicamente, mostrará cómo pretende la empresa mantener a los empleados a salvo de la infección y pondrá de relieve cualquier laguna en sus prácticas. Es poco probable que los aspectos prácticos resulten sencillos, y algunos pueden incumplir las normas de distanciamiento social. Esto lleva a que los empresarios tengan que asegurarse de que existe una orientación clara y de que se gestiona este tipo de comportamiento. En cuanto a los EPI, el gobierno no ha proporcionado normas definitivas, pero cuando una empresa está de cara al cliente, la mayoría ha colocado pantallas de plástico como protección. Sin embargo, aunque se apliquen todas las medidas, a muchas personas les sigue preocupando volver a un lugar de trabajo. El virus no ha desaparecido, aunque los casos estén disminuyendo. Sigue existiendo incertidumbre sobre la eficacia de la estrategia de seguimiento y localización, y hay temor a desplazarse al trabajo, donde el riesgo de infección es mayor. Hasta que termine la pandemia, muchos en los servicios financieros seguirán trabajando desde casa o mantendrán al personal en excedencia, aunque las empresas sigan haciendo preparativos para el regreso. Sin embargo, las futuras plantillas podrían encontrarse con más flexibilidad. Andrew Rogan, director de resiliencia operativa de UK Finance para el organismo comercial, afirmó:
«Ahora que se ha probado la tecnología para trabajar desde casa, las empresas están pensando mucho
y algunos de los cambios que hemos visto podrían adoptarse a largo plazo».
Muchos retos por delante
Para algunos empleados, trabajar al menos principalmente desde casa podría ser una perspectiva atractiva. Pero el futuro está nublado y los próximos meses mostrarán los daños que ha sufrido el sector de los servicios financieros. Aunque tras la crisis financiera de 2008, muchas grandes instituciones habrán apuntalado sus reservas, es muy posible que sus ingresos hayan sufrido daños considerables. Las deudas incobrables y el hundimiento de la venta de productos como hipotecas e inversiones son sólo algunas de las consecuencias. Por ello, es posible que se produzcan muchos despidos en los servicios financieros cuando finalice el plan de bajas incentivadas en octubre. Otra cuestión difícil podría ser si los empleados no están dispuestos a volver al trabajo. El cierre patronal habrá tenido sin duda un efecto sobre la salud mental y el bienestar de los trabajadores, por lo que es importante que las empresas sean conscientes de que es probable que esto tenga algún impacto a la hora de volver al trabajo de oficina. Las empresas que se enfrentan a la «nueva normalidad» deben gestionar muchos riesgos. Esto incluye un riesgo potencialmente mayor de ciberataques y, como dijo recientemente Bruce Carnegie-Brown, presidente del mercado de seguros Lloyd’s de Londres
«A medida que los seguros avanzan hacia un trabajo más a distancia, aumenta el riesgo de fraude y piratería informática. Ahora tenemos que asegurarnos de que tenemos capacidad de recuperación en el trabajo a distancia
«.
Además, los reguladores siguen de cerca la situación, aunque durante la pandemia hayan pasado más desapercibidos, ampliando las fechas de los documentos de consulta y retrasando el trabajo de revisión. No obstante, la FCA se asegurará de que las empresas dispongan de planes sólidos: es probable que la resistencia operativa ocupe un lugar central tras la pandemia. Cualquier repunte del fraude también hará saltar las alarmas reguladoras. Además, la Oficina del Comisario de Información (ICO) vigilará de cerca las cuestiones de protección de datos y si los empleados trabajan desde casa o no. Los empresarios deben asegurarse de que la seguridad de la información sigue siendo una prioridad, sean cuales sean las circunstancias de la empresa. Tanto si se trata de lidiar con el problema de la «fatiga Zoom» como de tener que delimitar con cinta adhesiva el espacio de distanciamiento social en las plantas de las oficinas, estos son tiempos extraños e inoportunos para muchos dentro de los servicios financieros. Sin embargo, como a tantos otros, no les queda otra alternativa que abrirse camino hacia lo que, con suerte, será un futuro menos incierto.